La pregunta podrá ser incómoda o irritante para muchos, pero no debe ser reprochable, pues el pecado es justamente el factor número uno de todas nuestras miserias. El pecado que es desobediencia flagrante ante Dios, es asunto de la naturaleza humana y de carácter, porque el hombre nace con una naturaleza caída, imperfecta, pecaminosa. Todos los seremos humanos, sea hombre o mujer, nacido en cualquier latitud de la tierra, son pecadores contra Dios, contra otros y contra uno mismo. El apóstol Pablo, hace esta declaración al respecto: “El pecado entró al mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Varias cosas se puede  decir sobre este mismo asunto.

Una es, que nadie está exento de pecar. La Biblia como palabra de Dios dice que: “no hay uno que no peque”. Esto incluye a todos, por lo tanto no podemos ser aceptados por Dios. El único sin pecado fue Jesús el Hijo de Dios, llamado Cristo (Mesías), los escritores del Nuevo Testamento dieron testimonio de su vida privada y pública, de su integridad moral y que nunca profirió maldicion alguna, ni contra sus enemigos que lo crucificaron, si no pidió perdón por ellos.

Otra cosa más, es que nadie puede esconder sus pecados delante de Dios. Podemos esconderlo de nuestra familia y conocidos pero no de Dios. Recuerdas  la historia Adan y Eva, quisieron esconder su acto de desobediencia a  Dios, Él ya lo sabía y fueron confrontados con su pecado. Lo mismo su hijo Caín quien asesinó a su hermano Abel, Dios se lo reprochó a Caín  porque lo vio cuando lo hizo y Caín no quería reconocer su maldad. Es sumamente curioso notar que a pesar de que sabemos que no podemos esconder un pecado delante de Dios, nos conducimos como si fuera posible y tememos más la vergüenza, la crítica y la condena de nuestra familia y de otros, que de Dios. Jesucristo dijo que: “no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto”. Se admira uno de saber que hay personas que viven ocultando lo que Dios ya sabe, pero no quieren reconocer sus pecados y declararlos a Dios en arrepentimiento sincero buscando su perdón.

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