Jesús el Cristo está llegando al final de su ministerio terrenal, los problemas se agudizan, sus enemigos buscan un error en su mensaje o en sus obras para tener el pretexto para su arresto y matarlo. Los grupos religiosos dejaron a un lado sus diferencias, uno por uno hostigaban a Jesús para hacerlo caer en la trampa, pero el Mesías sabía muy bien sus intenciones provocadas por ellos. Fariseos y Herodianos dos grupos opuestos, eran enemigos, pero se pusieron de acuerdo para provocar a Jesús respecto al impuesto que los romanos impusieron a los judíos, por la derrota que sufrieron en la invasión que el ejército Romano logró. La pregunta fue lanzada a quemarropa: “¿Está permitido pagar impuestos al Cesar o no? Si Jesús hubiera respondido que no, lo hubieran acusado de sedición ante el gobierno romano, si decía que si, la gente lo hubieran atacado con violencia y posiblemente matarlo por odio a los romanos y a la exigencia del pago de impuestos que era muy gravoso. La palabra sabia que salía de los labios del Maestro los derrotó. Les preguntó ¿De quién es la imagen de la moneda? ellos respondieron del Cesar, Jesús les dijo: -Entonces denle al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.- Sus enemigos se quedaron asombrados, enmudecieron y se fueron.
Uno de los problemas que enfrentamos los seguidores de Jesucristo es que deseamos vivir en dos mundos, la fe en Cristo, la cual practicamos dentro del templo y en el hogar pero no en el ambiente secular, donde vivimos relajados y nuestro comportamiento a veces deja mucho que desear como cristianos. Debemos obedecer a Dios primeramente y vivir a la semejanza de Cristo tanto en lo privado como en público, porque Dios vale mucho más que el cesar, en el ambiente del mundo debemos seguir viviendo nuestra fe, nuestra vida tiene que ser transparente y juiciosa, no hacer ninguna mezcla. O somos de Cristo o somos del cesar. El apóstol Juan dice en el libro de Apocalipsis, que -debemos ser calientes o fríos, pero nunca tibios. Debemos ser fieles y comprometidos con Jesucristo en todo tiempo y en todo lugar.
Lee Mateo 22:15-22