El Señor no deja de alimentar al justo. El justo se ve coronado de bendiciones. La memoria de los justos es una bendición. Fuente de vida es la boca del justo.
Proverbios 10:3a, 6a, 7a, 11a.
Estos versículos se refieren al hombre y a la mujer. Dios ama a la persona justa y considera cada día de su vida, tiene promesas y recompensas para ellos.
Nunca pasará hambre, porque el Señor es su proveedor, a pesar de la estrechez económica y de otras circunstancias que se presentan en nuestro entorno. Jesús nos enseñó a pedir el pan de cada día, eso debemos hacer y dar gracias.
Las bendiciones llegarán a nuestra vida porque el ser justo, esto es, equitativo, decente, honrado, neutral, ecuánime, íntegro y temeroso de Dios. La familia, los amigos y conocidos nos recordarán en el presente y en el futuro, ausentes o presentes, porque nuestro testimonio de vida es de ayuda y de influencia para otros. De nuestra boca saldrá el consejo atinado para aquellos que nos buscan o requieren la orientación. También saldrá de nuestros labios la sonrisa y el entusiasmo que beneficiará a propios y extraños, así como nuestras oraciones en favor de los necesitados de Dios, nuestras intercesiones en favor de los que sufren aunque no los conozcamos. De nuestra boca saldrá la bendición para otros y nunca saldrá ninguna maldición o palabras inapropiadas.
Imitaremos a Jesús de Nazaret que nunca profirió maldición alguna a pesar de que estaba sufriendo mientras clavaban los clavos en sus manos y pies sobre el madero. Él fue un hombre justo, nos inspira a ser como Él. Que su justicia nos alcance porque Él nunca cometió pecado, ni hubo maldad en sus labios.