Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor. 

Hechos de los Apóstoles 3:19

Si te has imaginado que el cristianismo es una religión de preceptos e imposiciones, un continuo negativismo, plagado de prohibiciones, considero que no has sido justo en tu apreciación, porque el énfasis del cristianismo es el amor de Dios a los seres humanos, el perdón y sus efectos. Es la respuesta de Dios a la pena, vergüenza y culpa del ser humano en sus aberraciones y su desvarío, lo cual el libro de Dios lo llama pecado, esto puede ser, contra sí mismo, contra otros o contra Dios, al rechazar su amor y su perdón y librarnos de toda culpa.

Tanto fue su amor por su creación incluyendo al ser humano que se despojó de sí mismo, siendo su máxima revelación el encarnarse en el vientre de una mujer para ser hombre. Fue en la persona de Jesús de Nazaret. Quien experimentó el sufrimiento humano, la soledad, la injusticia, la pobreza, el mal que ha imperado en el mundo. Más allá del problema humano, Él se ofreció en sacrificio para morir y redimir a la humanidad caída del pecado. Solamente Él podía hacerlo, porque no había pecado alguno en Él,  sin ninguna culpa, Él era un hombre justo; siendo aún joven, murió por amor, su amor era igual que el amor de Dios. El creer en Jesucristo y recibirlo como el enviado de Dios es aceptar su amor, su perdón y la salvación eterna. Esto es el verdadero cristianismo o la fe cristiana, la cual no es un sistema religioso, sino es una persona, Jesucristo. Él te dice -Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados que yo les daré descanso.—Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre, si no es por mí.- El que a mi viene, no lo rechazo-.

Pronto, acude a Él, te comprende, te ama y no desea que te pierdas al morir.

Lee Hechos 3:18-20