El patriarca Jacob o Israel, antes de morir hizo llamar a sus 12 hijos para bendecirlos, usando metáforas habló de cada uno de ellos y como profeta les declaró a cada quien su futuro, cuando le tocó el turno a José a quien Jacob amaba más, había sufrido por él y le lloró por mucho tiempo desde que sus otros hijos le habían dicho que José había muerto por el ataque de un animal salvaje, aunque la verdad era que ellos lo vendieron. En la bendición para José  destacó que “gracias al Dios fuerte de Jacob, al Pastor y Roca de Israel” que fue Él quien lo ha ayudado. “¡Gracias al Todopoderoso que te bendice!” Continuó las bendiciones de Dios y de él como su padre. Concluye diciéndole “¡Que descansen estas bendiciones sobre la cabeza de José, sobre la frente del escogido entre sus hermanoS!

La vida de José siendo un jovencito y después mayor fue cruel, vendido, traicionado, acusado falsamente, llevado a la carcel; es el prototipo del Mesías Yesuah (Jesús) que había de venir, ya que sus sufrimientos fueron parecidos, vendido, traicionado, vituperado, acusado falsamente, juzgado y crucificado. Jacob como padre, sufrió y demostró su amor por su hijo. Dios como Padre amó a su Hijo por su obediencia al morir por causa del pecado de la humanidad, le dolió pero su sacrificio era necesario y nosotros por Cristo, somos bendecidos al ser reconocidos como hijos.

La bendición que recibió José lo siguió todos los días de su vida. La bendición de Dios nuestro Padre continuará en nosotros hasta el día que Él nos reciba en el paraíso celestial.

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