En cierto sentido todo lo que enseña el Libro de los Hechos es que esa vida de Jesús continúa en su Iglesia mundial. 

1. Les dio instrucciones. Los desafió con La Gran Comisión.

2. Después de padecer la muerte, demostró que estaba vivo con pruebas indudables, señales seguras durante 40 días.

3. El tema fue el reino de Dios; es decir el gobierno de Dios en los corazones de los hombres. Sin duda, Jesús les habló de la naturaleza espiritual del reino. 

4. Versículo 4 de Hechos: La promesa. La iglesia recibió poder del Espíritu Santo para realizar las obras del reino o cumplir con el mandato de Jesús. 

A veces al Espíritu se le dice Consolador, Él produce en el creyente: valor, coraje y fuerza. Es difícil trazar una línea entre la obra del Espíritu y la del Cristo resucitado, no se necesita trazar esa línea, debido a que la llegada del Espíritu es el cumplimiento de la promesa de Jesús: “He aquí yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” Mateo 28:20.

Los apóstoles se reunieron para esperar la llegada del Espíritu. Tendríamos poder, coraje y paz si aprendiéramos a esperar. En los asuntos de la vida necesitamos aprender a estar tranquilos. “Pero los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas” Isaías 40:31.

A veces la respuesta tarda, pero llega en el momento oportuno de Dios, eso lo experimentaron todos sus seguidores en el Aposento Alto en la ciudad de Jerusalén. Fueron bautizados por el Espíritu Santo y capacitados para iniciar el gran avivamiento espiritual de los siglos.

Sin este bautismo no hay una capacitación adecuada para una vida victoriosa y servicio efectivo. Cristo está vivo y actuando en el mundo y el Espíritu Santo continúa convenciendo a los hombres de pecado, de justicia y de juicio.

Lee Hechos 2:1-4