La comunidad israelí estaba a punto de ser invadido su territorio, sus ciudades y la ciudad capital, Jerusalén. Se percibía en el ambiente que algo terrible estaba por ocurrir. La palabra profética se cumpliría. Angustia, desesperación e impotencia experimentarían todos los habitantes del país.

El profeta Isaías comienza el capítulo 33 de su libro, con dos ¡Ay! Y ora: “Señor, ten compasión de nosotros; pues en Tí esperamos. Se nuestra fortaleza cada mañana, nuestra salvación en tiempos de angustia.” Reconoce el poder de autoridad del Señor en su voz, la dispersión que hace de las naciones beligerantes.

Él merece la exaltación porque desde las alturas controla todo lo que sucede en el mundo y en la vida de las personas, es justo con su pueblo escogido, Israel, le promete a ellos y a nosotros: seguridad en tus diferentes tiempos, abundante salvación, sabiduría y conocimiento. Él te salvara de cualquier angustia, su auxilio te llegará oportunamente, tan solo cree, no estás solo y ten una fe dependiente en Él. Sabiduría para saber qué decisión tomar o como resolver esa situación. Conocimiento de las cosas que te afectan sin caer en la fatalidad o la exageración de que es imposible encontrar una solución.

El profeta nos exhorta a que el temor del Señor esté presente en nosotros de tal manera que sea nuestro tesoro. Por temor debes entender que es el sumo respeto sorprendente que se debe tener a Él. En tu angustia solamente el Señor debe ser tu auxilio. Recuerda las palabras del salmista: “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en momentos de angustia.” (Salmo 46.1)

Lee Isaías 33:1-6