Cualquiera que sirve a Dios descubrirá que el gran impedimento no se encuentra en los otros, sino en uno mismo. Descubrirá que tu hombre interior y el exterior no están en armonía. Escuchen o lean lo que dice el apóstol Pablo, y vean como divide al hombre en dos partes: Romanos 7:21-25; 2 Corintios 4:16 “…aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando” . Efesios 3:16 “le pido que, por medio de su Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser.”

Les repito, cuando Dios viene a morar en nuestro interior, por su Espíritu, da vida y poder, El entra a nuestro espíritu, al cual se le llama “el hombre interior”. Fuera de este hombre interior espíritu, está el alma, donde funcionan nuestros pensamientos, emociones y voluntad. El hombre de más afuera es nuestro cuerpo físico, de estos últimos dos nos ocupamos más, es decir de nuestras emociones y cuerpo físico. Y estos son los que deben ser crucificados con Cristo para dar libertad a nuestro espíritu para que sea de bendición a los extraviados como a los creyentes convertidos. Cuando tú y yo nos muramos saldrá de nosotros ese espíritu regenerado, santo, puro, es así como podrá entrar al cielo.

Continúa…

Lee Romanos 7:21-25, 8:4-8, Gálatas 5:16-25