Carta del apóstol Pablo a los Colosenses 1:15-20
Hablar de Cristo Jesús, implica que nuestro pensamiento se queda corto ante la grandeza de su persona. En esta lectura de la carta hay una serie de afirmaciones en cuanto a Cristo. Todas expresadas en forma de cláusulas principales. Una pregunta que toda persona pueda hacer es: ¿Por qué debe tener Jesucristo la supremacía?
En primer lugar. Debido a su relación con Dios.
El texto dice: “El es la imagen del Dios invisible. Él es su amado Hijo. El Jesús de la historia, el de la tragedia de el Calvario, es la encarnación del Dios que no se dejaba ver. La persona de Dios, su carácter y sus virtudes se ven en Jesús, es Dios mismo. “Cristo es el primogénito de toda creación”. Primogénito equivale a unigénito, término hebreo que significa “in creado” (Salmo 89:27; Hebreos 12:23). De hecho esta frase indica las condiciones únicas de Cristo como Creador y Redentor, él es eterno.
En Segundo lugar. Debido a su relación con el universo.
El texto dice: “Porque por medio de él fueron creadas todas las cosas”. “Él es antes de todas las cosas”. “Todo ha sido creado por él y para él”. “Todas las cosas en él subsisten”. Así que, Cristo es el,origen, agente, sostén y fin de todas las cosas. El hombre no ha creado nada, ha inventado de los elementos ya creados. Nosotros sólo podemos descubrir cómo se producen los procesos.
Nuestra pregunta original: ¿Por qué debe tener Jesucristo la supremacía?
Tercero. Debido a su relación con la iglesia (pueblo, comunidad, cuerpo).
“El es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia”. Asume autoridad sobre una nueva humanidad. “El es el principio”. Él es el primogénito de la resurrección, es decir, fue el primero en resucitar de entre los muertos por el poder de Dios.
Cuarto. Debido a su relación con el plan redentor (rescate) de Dios (V. 19-20).
Dios siempre tuvo complacencia en su Hijo, porque obedeció hasta el sacrificio, salvaría a la humanidad pecadora. Su sangre tiene valor redentor, fue el precio de nuestra salvación. Por eso, Él tiene la supremacía ante cualquiera, Él se merece la honra, la alabanza, la adoración y la gratitud.