SALMO 39

El infortunio produce un estado de desánimo, por los problemas que se está experimentando. Guarda silencio, a pesar de que puede defenderse de sus detractores no lo hace, pero su angustia iba en aumento, hasta llegar a una depresión de muerte. Sus enemigos esperaban que actuara mal, que cayera en la inconformidad ante Dios. Su salud llega al límite, su corazón le arde, el fuego se inflama dentro de él, posiblemente una fiebre muy alta, en este estado inconveniente exclama: “Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy: Muy breve es la vida que me has dado; ante ti, mis años no son nada. Un soplo nada más es el mortal, un suspiro que se pierde entre las sombras”.

Frecuentemente sucede que cuando la enfermedad emocional o física llega a nuestra vida, consideramos la brevedad de nuestra vida. Somos frágiles mortales, hoy estamos y mañana volamos. Como el líder Moisés siervo de Dios el altísimo, expresa en su oración, “Tú haces que los hombres vuelvan al polvo… arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca.” Tanto Moisés como David, lo que expresan es la brevedad de la vida, es pasajera y es frágil, porque de todo adolecemos, sea en nuestros pensamientos, emociones o en lo físico. Es por eso que el poeta en su oración, pregunta: Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti! Dios, es el Señor de la vida, Él la da y la quita de acuerdo a su voluntad. Esto jamás lo debemos olvidar.

El hombre muchas veces cae en el síndrome de la omnipotencia, cree que todo lo puede. Cree que puede controlar sus días de existencia, pero no es así, el único ser omnipotente es nuestro buen Dios, Él tiene un decreto para cada ser mortal el cual dice qué año, mes, día y hora en que la vida del mortal es arrebata. La vida sí es frágil y breve, pero el tiempo de vida que se nos da debe ser aprovechado al máximo para gloria de nuestro Dios. Por lo que en medio de los problemas de la vida, la salud quebrantada, ante la maldad e injusticia de los hombres, debemos depender de nuestro Dios, que sea Él nuestra esperanza para salir de esas situaciones, preocupaciones y angustias.

– Pastor Orel Ochoa (extraído del libro Meditaciones en los Salmos del Rey David)

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