“Oh Dios, escucha mi clamor y atiende a mi oración.”

Salmo 61:1

Es linda la manera de David de iniciar su oración, considero que la forma de introducirnos al lugar santísimo donde está Dios, sentado en su trono de gloria, tiene mucho que ver con la reverencia y humildad  que debe caracterizar al orante necesitado del Altísimo Señor. Como pecadores redimidos debemos tener una actitud transparente, vida santa y pura para presentarnos como hijos delante del Padre amante, bondadoso y atento a nuestro ruego. ¡Qué lindo es nuestro Dios!

Dios siempre está atento a nuestro clamor y oración, porque como tal está interesado en el bienestar de sus hijos obedientes, David está consciente de ello y aunque este lejos en los confines de la tierra reconoce que Dios lo oye. A veces pensamos que Dios esta tan lejos de la tierra y tan distante de nosotros que no será posible que escuche a un pobre penitente en su situación.

“…pues mi corazón desfallece; llévame a una roca donde esté yo a salvo. Porque tú eres mi refugio, mi baluarte contra el enemigo”. Este salmo, algunos escritores lo han considerado como el salmo que presenta las buenas nuevas de salvación en Cristo, por la expresión la Roca de salvación que se aplica a Jesucristo, quien trajo la buenas nuevas del amor sublime de Dios y en Él se cumplía el gran anhelo de Dios de salvar al mundo pecador. Proclama el “año agradable del Señor” y es Cristo quien inaugura este tiempo salvífico al iniciar su ministerio terrenal (Lucas 4:17-21). Esta Roca de salvación proclamada por el profeta Isaías y asegurando la libertad a los cautivos. Es en estos llamados salmos mesiánicos donde encontramos la obra futura que realizaría el Mesías en favor de los hombres. Jesucristo siempre será reconocido como la Roca de nuestra salvación. Maravillosa expresión profética de David, cuya descendencia de él vendría este glorioso y suficiente Salvador. Cuando en nuestras necesidades y anhelos, acudimos a Dios debemos primeramente pedirle a este Cristo que abogue por nosotros, Él es nuestro mediador justo y perfecto, Él nos prometió: “Todo lo que pidan al Padre en mi nombre se les concederá”.

Posteriormente David en su oración tiene un ferviente deseo de entrar a la casa del Señor y refugiarse en sus alas después que se han aceptado sus votos. Reflexiono que a veces, todos los seguidores de Cristo, debemos anhelar estar en la casa de oración de nuestro Dios e inquirir en su templo, buscando el refugio que el Señor da en ese hermoso lugar. No solo cuando necesitamos la intervención de el en nuestros asuntos, sino que en todo tiempo debemos hacer espacio en nuestro tiempo muy ocupado para buscar el lugar de adoración consagrado para que Él habite y nosotros también. Me agrada esta petición del salmista y la hago mía y tú también puedes hacerla propia:

Concédele al rey, (a ti, a mi) más años de vida; que sean sus días una eternidad. Que reine siempre en tu presencia, y que tu amor y tu verdad lo protejan. Así cantaré siempre salmos a tu nombre y cumpliré mis votos día tras día. Vivamos al amparo de nuestro Salvador, la Roca eterna. ¡Bendito sea!

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