“Padre,” en tus manos encomiendo mi espíritu”

Lucas 23:46

Después que la cortina del templo se rasgó en dos. Jesús dijo su última petición.

Mientras agonizaba, estaba orando. Jesús expresó 3 o 4 oraciones a Dios su Padre:

1a.) Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen.

2a.) Repitió el Salmo 22 “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

3a.) También se ha sugerido que fue una oración a su Padre, cuando dijo: “Tengo Sed”.

4a.) Luego dijo su oración final repitiendo el Salmo 31:1-5 terminando con la frase: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Esta fue la oración que Jesús hizo mientras agonizaba. Era una oración de confianza absoluta en Dios su Padre. Había perdonado a sus enemigos. Le había ofrecido misericordia al ladrón crucificado. Había buscado ayuda a su madre. Había experimentado el abandono de su Padre. Y pidió ser saciado en la sed intensa que tenía. Pero antes de morir declaró su triunfo diciéndole a su Padre “todo se ha cumplido”. Y en el final de su vida, ofrece una sencilla oración a su Padre, que cuando niño su madre María le había enseñado. 

Aún en su muerte, Jesús nos ha enseñado de qué manera vivir y la forma de morir.

1) Aprendemos de Él, a orar por los que nos hacen mal o piensan mal de nosotros.

2) A ser responsables de nuestra familia como Él lo fue con su madre.

3) A tener la seguridad por la fe en Él que su promesa se cumplirá de que un día llegaremos al paraíso donde está Él. 

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Esta oración deberíamos decirla al despertarnos y al ir a dormir. 

Lee Lucas 23:44-47